作者
Cèlia Rodríguez-Borjabad,Ana Irene Malo,Daiana Ibarretxe,Josefa Girona,Mercedes Heras,Raimón Ferré,Albert Feliu,Salvado Maria,Anna Lídia Nunes Varela,Núria Amigó,L. Masana,Núria Plana,Aguado Fèlix,Amigó Elisabet,Andrés Patricia,Barrio Mercedes,Bilbao José Ángel,Bosch Montserrat,Cabedo Jose Luis,Calvo Josefa,Campillo Carmen,Caselles Alejandra,Castejón Enma,Gemma Castillejo,Castro María,C. Rodríguez de la Rosa,De Gotardo Enrique,De La Hoz Rebeca,Domènech Vanesa,Domínguez Dolores,Escolà Maria,Fernández Marta,García Joan,Girona Raquel,Gispi Sílvia,Guàrdia Jara,Guijarro Eugenio,Gutierrez MaAntonia,Iglesias Dolores,Jiménez Marta,Luque Verónica,Machado Pilar,Maixé Jordi,Mallafré Marta,Martin Ramona,Jiménez Milagros,Raquel Monné,Morales Raquel,Morillo Susana,Naranjo Àngels,Pérez Cristina,Pérez MaTeresa,Planelles Montserrat,Querol Cecilia,Rabadà MaJosé,Remedi Ayelen,Riquelme Carmen,Rodríguez Neus,Rosell Laura,Roset Laura Salsas Jaume Miquel,Salvadó Maria,Salvador Olga,Santos Alicia,Segura Sandra,Subirana Gloria,Tarrades Pilar,Vendrell Montserrat,Vilella Mireia,Zabala Eduardo
摘要
The first line of therapy in children with hypercholesterolaemia is therapeutic lifestyle changes (TLSC). The efficacy of lifestyle intervention in children with familial hypercholesterolaemia (FH), where LDL-C levels are genetically driven, deserves a focused study. To evaluate the impact of a lifestyle education program, focused on food patterns and physical activity, on lipid profiles assessed by nuclear magnetic resonance (NMR) in children with FH vs. non-FH. Phase 1 was a cross-sectional study of baseline characteristics, and phase 2 was a prospective TLSC intervention study. In total, the study included 238 children (4 to 18 years old; 47% girls) attending the lipid unit of our hospital due to high cholesterol levels. Eighty-five were diagnosed with FH (72% genetic positive), and 153 were diagnosed with non-Familial hypercholesterolaemia. A quantitative food frequency questionnaire (FFQ) including 137 items was used. Physical activity (PA) was assessed by the Minnesota questionnaire. The lipid profile was assessed using the 2D-1H-NMR (Liposcale test). A total of 127 children (81 in the FH group) participated in the prospective phase and were re-assessed after 1 year of the TLSC intervention, consisting of education on lifestyle changes delivered by a specialized nutritionist. The FH and non-FH groups were similar in anthropometry and clinical data, except that those in the FH were slightly younger than those in the non-FH group. Both the FH and non-FH groups showed a similar diet composition characterized by a high absolute calorie intake and a high percentage of fat, mainly saturated fat. The PA was below the recommended level in both groups. After one year of TLSC, the percentage of total and saturated fats was reduced, and the amount of fiber increased significantly in both groups. The percentage of protein increased slightly. The number of children engaged in at least 1 hour/day of PA increased by 56% in the FH group and by 53% in the non-FH group, and both these increases were significant. The total and small-LDL particle numbers were reduced in both groups, although the absolute change was greater in the FH group than in the non-FH group. Educational strategies to implement TLSC in children lead to empowerment, increased adherence, and overall metabolic improvement in children with high blood cholesterol, including those with FH. La primera línea de terapia en niños con hipercolesterolemia son los cambios terapéuticos en el estilo de vida (TLSC). La eficacia de la intervención en el estilo de vida en niños con hipercolesterolemia familiar (HF), en los que los niveles de LDL-C son generados genéticamente, merece un estudio específico. Evaluar el impacto de un programa de educación sobre el estilo de vida, centrado en los patrones alimentarios y la actividad física, sobre el perfil lipídico evaluado por resonancia magnética nuclear (RMN) en niños con HF versus no HF. La fase 1 fue un estudio transversal de las características basales, y la fase 2 fue un estudio prospectivo de intervención mediante TLSC. En total, el estudio incluyó a 238 niños (de 4 a 18 años; 47% niñas) que asistieron a la unidad de lípidos de nuestro hospital debido a los altos niveles de colesterol. Ochenta y cinco fueron diagnosticados con HF (72% genéticamente positivos), y 153 fueron diagnosticados de no HF. Se utilizó un cuestionario cuantitativo de frecuencia de alimentos (FFQ) que incluye 137 ítems. La actividad física (AF) se evaluó mediante el cuestionario de Minnesota. El perfil lipídico se evaluó mediante la prueba 2D-1H-NMR (Liposcale Test). Un total de 127 niños (81 en el grupo HF) participaron en la fase prospectiva y fueron reevaluados después de 1 año de la intervención mediante TLSC, que consistió en educación sobre cambios en el estilo de vida impartida por una nutricionista especializada. Los grupos HF y no HF fueron similares en los datos antropométricos y clínicos, excepto que los HF eran ligeramente más jóvenes que los no HF. Los participantes de ambos grupos mostraron una composición de dieta similar caracterizada por un alto consumo de calorías totales y un alto porcentaje de grasas, principalmente grasas saturadas. La AF estuvo por debajo del nivel recomendado en ambos grupos. Después de un año de TLSC, se redujo el porcentaje de grasas totales y saturadas, y la cantidad de fibra aumentó significativamente en ambos grupos. El porcentaje de proteína aumentó ligeramente. El número de niños involucrados en al menos 1 hora/día de AF aumentó en un 56% en el grupo de HF y en un 53% en el grupo sin HF, y ambos aumentos fueron significativos. Los números de partículas LDL totales y pequeñas se redujeron en ambos grupos, aunque el cambio absoluto fue mayor en el grupo HF que en el grupo no HF. Las estrategias educativas para implementar TLSC en niños conducen al empoderamiento, al aumento de la adherencia y a la mejora metabólica general en niños con colesterol alto en sangre, incluidos aquellos con HF.