Rasguño y sentido representan conceptos mágicamente enlazados en un ejercicio radical: el dibujo. Este encuentra en sus plasmaciones más crudas y carentes de mediaciones su sentido cabal, introductorio e iniciático. La cruz estaría entre ellas. Y hay dos figuras capaces de hacer vibrar como nadie, al respecto, el diapasón de nuestra pulsión plasticista: Eduardo Chillida (1924-2002) y Antoni Tàpies (1923-2012). Los paralelismos de su trayectoria podrían ayudarnos a reconocer algunas de las dimensiones inalienables de todo encuentro con el signo en nuestras labores creativas.